jueves, 23 de agosto de 2007

LA VIDA ES UNA HERIDA ABSURDA


Era un día común en la vida de Juan, salvo por el hecho que tendría que estar trabajando, pero ese día recuperaba un franco atrasado. Se levantó tarde, como solía hacer los domingos, y su mujer le preparo el desayuno. Algunos bizcochos de grasa y unos pocos mates algo lavados.
-La beba volvió a levantar fiebre-Comentó al pasar.
-¿La vas a llevar a la salita?
-Y… si… plata para ir a la clínica, no hay.
Juan suspiró. Estaba por comenzar un nuevo capítulo de: "en esta casa no hay bastante dinero".
-Por favor, no empecemos de nuevo.
-No, si aún no terminamos. ¡Vos sabés que no hay plata ni para los medicamentos que me receten!
-Mañana voy a pedir un adelanto.
-¡Que seguro no te van a dar!... cuándo vamos a salir de esta pobreza-Patricia se estaba encolerizando- ¿Porqué no buscas hacer algo por tu cuenta? ¡Siempre en trabajos bajo patrón!
-No tengo capital, además podemos ir a la clínica de la obra social.
-Tu empresa no está al día con los aportes… así que tenemos que pagar el arancel. ¿Tenés plata para el arancel?
En ese instante apareció Javier, el hijastro adolescente.
-Juan, dame el mate.
Pegó un sonoro sorbido.
-¡Che, vieja!... me voy y vuelvo a eso del mediodía.
-Justo para comer… ¿no?-Acotó Juan.
-¿Qué pasa? ¿No me querés dar de comer más?... mala onda.
-No, solo quisiera saber en que andás vos.
Javier se alejó hasta la puerta de calle.
-Mañana te cuento… viejo.
Juan no sabía que le dolía más. Si la ironía con que le decía "viejo", o la lengua afuera con que se despidió. Y aún faltaba que se levantara Angélica, la hijastra adolescente. Parece que no había sido tan buena idea quedarse el franco en casa. La beba comenzó a llorar y Patricia lo miró con una cara acusadora, como si él fuera el culpable de que la beba estuviera enferma. Sonó el timbre de la puerta.
-¡Yo voy!-Casi huyó Juan.
Hay veces en la vida en que uno se arrepiente de no hacerle caso a sus instintos. A esa especie de premonición que te dice: "Con este tipo voy a tener problemas". De solo verle la cara al sujeto, Juan sintió aprensión.
-¡Hola! ¿Está Patricia?
El tipo estaba flaco, y tenía un aspecto como temeroso. Tenía rasgos que le resultaban levemente familiares. Y una cierta belleza ajada. Era de un rubio algo opaco, ojos verdes y rostro anguloso. Aunque lucia encorvado, se notaba que tenía buen porte. Lo que más molesto a Juan era su mirada huidiza.
-¿Quién la busca?... yo soy el marido
-¡Juan!... vos sos Juan, yo soy Willy… me largaron ayer.
-¡Willy!-La confusión de Juan, se mezclaba con una irracional alegría.
-¡Patricia! Vení, está Willy
Patricia apareció de golpe, y se abrazó con el muchacho. Los dos lloraban y Juan también derramó alguna lágrima.
-¿Cuándo? ¿Cómo?-Patricia preguntaba mientras lo acariciaba. Willy había tenido su propia temporada en el infierno. El infierno se llamaba Penal para Encausados de Olmos. Pero anteriormente había pasado por la cárcel de Villa Devoto, un tiempo en Sierra Chica. Total catorce años a la sombra. El tipo era un verdadero pesado, sus antecedentes impresionaban. Robo calificado. Uso de arma de fuego. Resistencia a la autoridad. Alguna muerte. Robo a bancos y joyerías. Pirata del asfalto y algunas cuántas cuentas pendientes más.
-Estuve en lo del tío Cacho ahí me contaron que te casaste con Juan, y me dieron tu dirección, a José todavía no lo vi. ¿Cómo están Angélica y Javier?-Willy hablaba sin parar, parecía querer saber todo en ese instante como si no fuera a tener otro.
-¿Y está beba? ¡Que hermosa!
-Es nuestra Willy… se llama Noelia. Tiene siete meses.
El muchacho comió dos platos de fideos al aceite, un par de panes y algo de gaseosa que había sobrado del día anterior. Los lujos no sobraban en casa de Juan.
-¿Y como anda lo tuyo Juan?
-Más o menos.
-Más menos que más-Dijo Patricia- su sueldo no alcanza para cinco bocas, yo hago alguna tarea de limpieza… pero ahora, con la nena. Y a él le cortaron las horas extras. Menos mal que cobra salario familiar por la beba.
Los dos hermanos siguieron hablando un largo rato más. Y luego de la cena y la charla acomodaron a Willy en un colchón en el suelo. Pasaría la noche con ellos.
-Juan, necesito algún tiempo para acomodarme… si molesto…
-¡Que va Willy!... esta es tu casa.
El muchacho no tardó demasiado en recuperar peso, color en la piel, brillo en sus cabellos y ánimo. Es más, en poco más de dos semanas el vestuario había cambiado por completo. La mayoría de la ropa era de marca. Zapatillas caras, y mocasines de cuero de carpincho. Medias de hilo, remeras a la moda y camisas de seda. Perfumes caros.
-Patricia, me voy unos días a Mar del Plata. ¿Necesitas algo?...
-No. nada.
-¡¿Lo vas a ver a papá?!-Preguntaron Javi y Angélica.
-Puede que si. Después les traigo algo, unos alfajores.
-¡Que lástima! Nosotros nunca vamos de vacaciones, no podemos.
Los dos lo miraron a Juan de soslayo, como con lástima.
-Bueno, la próxima los llevo. ¿Quieren ver mi coche?
Willy salió a la calle seguido por todos, incluido Juan. El automóvil era un VW Golf deportivo. Subió y aceleró un par de veces. El motor rugió.
-¡Vení Patricia!... una vuelta.
Esa noche Juan no tenía demasiados motivos para hablar. El resto de la familia también estaba silenciosa.
-El tío es una persona rica-Dijo Angélica-¿Vieron que auto tiene?
-¿Y la pilcha? Y el rólex presidente-Comento Javier- El tipo está bien, la tiene clara.
-¿Alguien quiere más polenta? Juan…
-No, mejor me voy a dormir, mañana tengo que madrugar.
-¡Claro!... tenés que trabajar-Los chicos se echaron a reír burlonamente. Y Patricia los miró seriamente.
-Juan… Juan-Patricia lo sacudió por el hombro al acostarse.
-Si… si
-¿Qué vamos a hacer Juan?-Le habló despacio- se vence el alquiler, la luz todavía no la pagamos, la beba con su enfermedad y los chicos.
-¡No se!... realmente-La confusión lo superaba- yo tengo algunas horas extras por cobrar, y vos me podés dar una mano.
-¡Juan!... siempre igual, yo limpiando la mugre de los demás, por unas monedas. Vos llevando la plata de los otros, con un uniforme, con peligro que te maten, para que ¡Decime para que!-Patricia había perdido la calma-Para pedir un mísero vale, para sobrevivir. ¿Porqué no hablas con Willy?... el te puede dar una mano.
-¿Un préstamo?
-¡No!... trabajo, lo que hace él-La voz de Patricia sonó persuasiva-Cuándo vuelva, hablálo.
Willy volvió y fue nuevamente el centro de atracción de la familia. Juan fluctuaba entre dos sentimientos. Por un lado sentía atracción por su cuñado. En cierta forma lo admiraba y le simpatizaba. Por el otro lado, lo resentía. Pese a que él no era lo que se decía un jefe de familia tradicional, hasta ahí había sido el hombre de la casa. Willy no solo lo había desplazado, sino que se animaba a darle consejos de cómo llevar a su familia.
Esa noche cuándo todos se fueron a dormir, ellos quedaron charlando.
-¿Y Willy, tenés familia?
-Si., Pato, vos y los chicos.
-No, loco, esposa… algún hijo.
-Hijos, no, que yo sepa. Esposa si.
-¡Epa! esa no la sabíamos.
-Pato si. No te habrá contado a vos. Adriana es una buena mina, pero, no va.
-¿Pero, te ama, la amas?
-¡Me espero catorce años!... si anduvo con otros no se. Pero me fue a buscar a la salida de la cárcel-Willy tenía un tono de voz emocionado-Me dio de comer. Me ofreció su casa y trabajo.
-¡Pero...Willy!
-Te sigo contando-Lo miró a los ojos- La piba es joqueta, una de las mejores del país. Ganó mucha plata corriendo carreras de caballos. Se puso una fábrica de ropa deportiva. Me quería llevar de gerente de no se que mierda, le dije que no.
-No te entiendo.
-Mirá, yo le dije que lo mío es el choreo. Yo no puedo vivir sin robar-Ahora Willy hablaba apasionado-Si ella quería seguíamos juntos, pero me dijo: "yo o el robo". Elegí seguir afanando, es lo que se hacer. Es mi vida.
-Está bien, es tu vida después de todo. ¿Y la parte fea?...
-Si ya lo sé. Catorce años adentro. No es lindo. Pero mirá… en tres semanas me compré hasta un auto. La cárcel no es fácil. La vida no es fácil-Hizo un breve silencio-Cuándo estás adentro es como si estuvieras en una tumba. Pero vivo. Sabés que en algún momento te la van a poner. Por más bicho que seas, por más cojudo. Siempre hay alguno que te va a ganar. Yo tuve que hacer finado a un par para que me dejen tranquilo.
-¿Mataste a dos?-Abrió los ojos grandes Juan.
-¡Los pagó la noche!... ¡A ver que harías vos si te vienen en manada a romper el culo!... o te haces la mina de un capanga, y le fregas la ropa, le preparas la comida y le das la cola o les metes una faca hasta el cabo en la panza. Mejor cambiemos de tema ¿Si?
-Si, mejor.
-Escuchame Juan, vos estás haciendo cagar de hambre a mi hermana-El tono de voz de Willy era algo amenazador-Yo te puedo ayudar... una vez te puedo dar guita. Pero después…
-¡Estoy pensando en trabajar los fines de semana! De mozo, extras.
-¡Eso no sirve!-Willy lo cortó seco-¿Cuánto ganas en un mes?
-Seiscientos, con extras, y sin descuentos ochocientos, con suerte.
-Tomá mil-Arrojó los billetes sobre la mesa-Mañana a la noche me venís a ayudar en un trabajo.
-¡Yo no puedo!-Casi imploró Juan.
-Es algo sencillo, sin usar armas. Solo me tenés que ayudar a estibar algunos electrónicos. Videos, televisiones y computadoras. Calculá unas cuatro horas de laburo.
Juan tomó el manojo de billetes. Sentía que le quemaban en la mano. También sentía ardor en el pecho y en el estómago. Ese dinero le solucionaba muchos problemas, pero…
Mientras él entraba en la cama, Patricia se daba vuelta y le preguntaba:
-¿Hablaste con Willy?
-Si. Tomá y arreglá las cuentas.
-Vas a ver como solucionamos los problemas. No va a pasar nada, tontito.
Esa noche Pato le hizo el amor. Hacía unos cuántos años, desde el noviazgo para ser más exactos, que hacer el amor se había convertido en una rutina cargada de cuidados extremos.
¡Que los chicos pueden escuchar! ¡Que llora la beba! ¡Que estoy cansada! ¡Me duele la cabeza!
La realidad era una sola: ya no existía la pasión, para ella era un ritual molesto. Pese al poco tiempo de casados, y como ya llevaban conviviendo cuatro largos años, era evidente que ambos se habían equivocado.
Pero esa noche, sorprendentemente, Patricia había tomado la iniciativa. Y le había regalado una noche, como aquellas ya olvidadas.
A la noche posterior, Juan estaba solo en la cocina. Estaba tomando un café, rogándole a Dios que Willy no lo viniera a buscar. Sus ruegos no fueron escuchados.
-Vamos Juan.
El auto deportivo se desplazaba velozmente por la autopista rumbo al sur del conurbano.
-¿Dónde vamos?
-Cuánto menos sepas es mejor... Adrogué.
Willy se concentró en la ruta.
Llegaron a un galpón enorme. El portón de la parte trasera estaba abierto y había unos cuántos tipos bajando bultos de un camión de transporte, último modelo.
-¡Vamos! ¡Vamos! ¡Muevan el orto, queda otro camión todavía!
Juan en un minuto estaba llevando cajas para el interior. Trabajaba rápido y en silencio. Sería algo así como las dos de la madrugada.
Luego de unas cuántas horas de trabajo duro, habían llevado la última caja.
-¡Vamos! ¡Llevate el camión! Ya está amaneciendo. Rajen de una vez.
Los que estaban en el galpón esperaban a Willy, y entre ellos Juan.
-Bueno… acá está la plata, para cada uno. Vos Juan ya cobraste, pero te voy a acercar hasta algún micro que te alcance a tu casa. No te puedo llevar.
-Está todo bien-Dijo Juan algo cansado, al día siguiente tendría que ir a trabajar sin dormir.
-Bueno, este es mi cuñado Juan, está casado con Pato-Presentó Willy-Este es "El tano" Gutiérrez, aquel es "La garza" Daniel, Tomás el "Baby face", y "Fisu" por fisura, siempre está fisurado.
Juan lo miró con un cierto aire de desprecio.
-¡¿Qué pasa macho?!
-No me gustan los drogadictos-Juan le sostuvo la mirada.
-¡Y a mi no me gustan los custodios de mierda!
-¡Eh! ¡Basta!-Ahora el que gritaba era Willy-Si es por eso, todos te tenemos que caer mal. Acá el que no aspira se fuma una chala, a veces parece Jamaica este lugar.
-No women.... no cry.-Cantó algo desafinado Fisu, mientras todos reían, incluso Juan.
Willy estaba manejando nuevamente rumbo a la capital.
-Cambié de idea, te voy a llevar a casa. Mientras charlamos.
Juan encendió un cigarrillo y le convidó otro a Willy.
-¿Qué te pareció la banda?
-Willy, vos sabés como yo pienso.
-¡Por eso estás en la miseria, cacho!-Willy resultaba hiriente-Cuándo uno tiene familia tiene que tener cojones para bancarse todo. Si es necesario robar… se roba. Si tenés que hacer alguna cosa que no te gusta… hay que hacerla.
-Pero-Trató de defenderse Juan.
-El laburito de está noche es pan para hoy y hambre para mañana. Vos necesitas zafar definitivamente. ¿Cuánto puede salir poner un kiosco? Vos seguís con tu trabajo y Pato atiende el negocio.
-¿Me vas a prestar la plata?
-¡No! ¡Ni se te ocurra!...
-Entonces.
-Otro trabajo… más grande. Te puede dejar unos veinte mil.
-¡¿Veinte mil pesos?!
-¡Dólares!... nabo. Dólares. ¿Me seguís?
-Dale
-¿Cuánto dinero llevan en el camión cuándo están por terminar el recorrido?
Juan quedó petrificado. Willy estaba hablando del camión de caudales, de la empresa dónde él trabajaba.
-¡Vos estás loco!... ¿Te crees que no van a saber que hubo un entregador?-Ahora Juan estaba como loco.
-Acá el que tiene que pensar soy yo, tengo todo planificado. Sin violencia... sin riesgos. Nos quedamos con un botín de quinientos mil.
Juan estaba desconcertado. Esa era la cifra que solían recaudar al final del trayecto.
-Pero nosotros no sabemos el recorrido antes de salir.
Sin darse cuenta Juan se estaba involucrando. De una negativa tajante, había pasado a hablar de los obstáculos.
-¿Vos te pensás que los únicos que hacen inteligencia son los polis?-Willy hizo un silencio sugestivo-Yo me levanto tarde de dormir. Pero paso toda la noche averiguando cosas, por ejemplo, vos no te das cuenta, pero los circuitos que hacen se repiten. Cuándo comienzan en la Rotonda de Alpargatas, seguro que terminan en Morón. Cuándo comienzan en la estación de servicio de Martínez, terminan en la fábrica de Burzaco. Tienen una media docena de circuitos que se repiten. Y yo los estudié todos.
-¿Y mis compañeros?... te crees que no van a hacer algo. Están armados hasta los dientes.
-¿Por ejemplo?
-Armas cortas: Browning Buck Mark 22, calibre 22 de diez tiros, a mi me dan una Glock 9 x 19, todas armas que no tiene ni la policía. Armas largas: escopetas Ithaca Featherlight 12/70 y otras Beretta SAP 12, también 12/70. Estamos bien provistos.
-Yo lo único que necesito es lo siguiente. Vos sos el que se baja y se queda en la puerta del camión, mientras los otros dos custodios van a buscar las sacas. Uno queda en la cabina trasera, y el otro al volante-Willy hablaba en forma convincente-Ese no es problema. Los porta valores los neutralizamos cuándo salen… del Bingo.
-¿Cómo sabés que es el Bingo?
-La secuencia… da ese lugar al último, mañana.
-¡¿Mañana?!...
-Si. Tengo todo organizado. Solo faltas vos-Willy siguió hablando como si nada-Generalmente el conductor va al baño en ese lugar, sino no importa. Pero el tipo de la cabina… necesito que vos abras la puerta un segundo, lo neutralizamos… te metemos un golpe en la cabeza, para que parezca que quisiste hacer algo. Tomamos las sacas y nos vamos con la guita. ¿Si?
-Pero. ¿Y yo?...
-Después la llamo a Patricia y le digo dónde ir a buscar tu parte, lo más probable es que tengas que hacer un viajecito a Carmelo, en Uruguay.
Juan estaba pensativo mirando el paisaje al costado de la autopista. La arboleda pasaba velozmente ante su vista perdida.
-Juan, vas a trabajar toda tu vida, y jamás vas a zafar de la pobreza-La voz de Willy sonaba convincente-El tren pasa una sola vez en la vida. Esta es tu oportunidad, para vos, para Pato y para los chicos.
-Pero yo siempre trabajé. Nunca necesite delinquir.
-¡Hasta esta noche!... ¿O no sabías que eran cosas robadas las del almacén?-Otra vez sonaba hiriente-Tenés cuarenta años. ¿Cuánto falta para que te den una medallita, las gracias y un apretón de manos?... luego a cobrar una mísera jubilación. ¿Cuánto vale tu vida? ¿Te aseguraron en la empresa? ¿Cuánto vales para ellos? En cambio con esta…
-No tengo la pasta.
-¡No tenés los huevos cagón!... seguro que no sabés manejar ni una gomera.
Juan se sintió tocado en su amor propio:
-¡Yo soy muy bueno con las armas!
-¿Y en cuántos tiroteos estuviste?... ¿Tenés algún muerto?... ¡Te crees que es un polígono de tiro! ¡Que es como tirarle a un señuelo!... dejate de joder
-No jodo, estoy bien entrenado y soy muy bueno. Ojalá nunca te lo tenga que demostrar.
Juan quedo silencioso, estaba en una lucha interna. Una decisión por demás dolorosa.
-Cuñado, yo voy a tener otra oportunidad. Cientos de oportunidades. Por ejemplo… los tipos del Bingo, le roban a la gente. Les dan una posibilidad sobre millones en contra, y los secan. Roban, pero legalmente
-Está bien.
-¿Qué?
-Está bien… hagámoslo.
El resto del camino Willy lo fue aleccionando, haciéndole repetir la rutina una y otra vez.
Una vez en su casa se tomo una ducha, y se puso el uniforme para ir a trabajar. Tomó un café y salió.
-Juan. ¿Qué pasó?-El supervisor lo miró severo-Casi salimos sin usted. Vaya a la armería que salen
-Si señor.
En la armería le dieron la Glock 9 x 19 y una Ithaca Beretta 12/70, más la munición necesaria.
-Hola Juan-Lo recibió "el mono" Suárez.
-Hola.
-Hola-Respondieron Polansky y "el gato" Aguirre. Al volante iba "el tano" Pedersoli.
El recorrido transcurrió como era usual, en tranquilidad. Por lo menos hasta el último destino.
-¡Objetivo en diez minutos! ¡Prepararse!
-Si señor.
Juan trató de mantenerse en calma. Empezó a revisar la Glock, primero retiró el cargador, después tiro de la corredera. No tenía ningún proyectil en la recámara. Volvió a colocar el cargador, y tiró de nuevo la corredera. Ahora si tenía un proyectil. Sacó el seguro y puso el arma en la cartuchera que tenía cruzada sobre el pecho. Luego con parsimonia, cargó los cartuchos en la escopeta.
-¡Llegamos! Vamos muchachos.
Juan bajó primero. Llevaba la escopeta acunada en sus dos brazos. Miró en todas direcciones y le hizo señas a los porta valores para que bajen. A buen paso fueron rumbo al edificio del Bingo.
Miró distraído el estacionamiento. Había varios autos, la mayoría importados. Los jugadores solían pernoctar en el lugar. Era tal el vicio, que las horas se le pasaban ahí adentro.
¿Dónde estaría Willy y su gente? Un par de autos no encajaban con el lugar, un tanto viejos y mal tratados. Tal vez.
La línea de pensamiento fue interrumpida. Los custodios salían del edificio rápidamente con unas sacas. Entonces ocurrió.
De entre los autos estacionados salieron dos tipos con pasamontañas y guantes. Llevaban sendas escopetas. Los porta valores los vieron y trataron de apuntarles. No les dieron tiempo. Los dos dispararon al unísono. A la cabeza, a matar. Los chalecos de kevlar no sirvieron de nada.
-¡No!-Juan solo atinó a gritar.
-¡Que mierda pasa!-Gritó "el mono".
Dos tipos surgieron de la nada. Desde al cola del camión. Uno levantó la culata de la escopeta y golpeo a Juan en el hombro. Cayó cerca de las ruedas delanteras. Miró hacia atrás, entonces escuchó el estampido. Acababan de fusilar al "mono". Entraron al camión y comenzaron a sacar las bolsas con el dinero. Salieron corriendo.
Él estaba aturdido, en una situación de irrealidad. Hacia unos instantes venía con los muchachos bromeando en el camión. Ahora estaban todos muertos. Y él era uno de los culpables. La puerta del camión se abrió y Pedersoli le gritó:
-¡¿Qué mierda estás haciendo?!... ¡Cagalos a tiro, boludo!
Mientras gritaba, bajó y lanzo una ráfaga de balas. Varias ventanillas volaron astilladas, y la carrocería de los autos con impactos.
-¡Al suelo! el puto tiene una Uzi.
-¡Mierda!
Juan escuchó claro la voz de Willy:
-¡Juan!... ¡metele un corchazo al hijo de puta!
Él ya se había incorporado. El "tano" se dio vuelta y lo miró. En su mirada pudo leer el desconcierto. Pasó de la incredulidad a la furia, y trató de apuntarlo con su ametralladora. Fue demasiado lento. O Juan muy rápido. Lo que él había hablado con Willy en el auto, se cumplió. Como en los entrenamientos. Como en los simulacros. En un instante el arma estuvo en su mano, y disparo con impiadosa certeza. Dos balazos en la frente. El jamás había sido amigo de Pedersoli. Solo habían compartido un trabajo algunos años. Pero así y todo sintió que una acidez amarga le subía por la garganta.
-¡Bien Juan!... vení para acá.
Willy lo hizo subir a un auto. Mientras del edificio del Bingo salían los custodios disparando.
El segundo auto arrancó y dejó a un par de a pie. Se comenzaron a tirotear con los del Bingo.
-¡Fisu hijo de puta! Rajó el guacho.
-¡Vamos a buscarlos!
-¡No!... raja que viene la cana. ¡Dale!
Dispararon un par de veces y salieron rumbo a la ruta más cercana.
-Me jodí la vida-Se lamentaba Juan.
-Juan, después hablamos de eso. Ahora tenemos que sobrevivir, escapar de la policía. ¿Entendés?
-¡Me jodiste la vida!-Ahora Juan estaba furioso-¡Dijiste neutralizar sin violencia!... estaba todo planificado.
-¡No jodas Juan!... no te hagas el inocente. ¿Sin violencia?... decime como, a ver.
-Ahora seguro que me filmaron mientras mataba al "tano", y si no. ¡Estoy perdido!
-No estúpido. Ahora te venís con nosotros al…
Willy no pudo terminar. La luneta trasera estalló en mil pedazos, y el cayó contra el asiento delantero. "La garza" que iba al volante hizo una maniobra violenta, y el auto de la policía siguió de largo por la ruta colectora.
-Voy a entrar por un camino de tierra. Nos tenemos que separar.
Willy lo miró fijo unos instantes. Luego le dijo:
-Juan en la billetera tengo una dirección-Hablaba jadeante-Es un amigo."El sapo"... tenés que ir a verlo… el te va cruzar desde El Tigre a Carmelo. Sin documentos, ni nada. Te lleva de contrabando y allá... allá…
-Tranquilo Willy, después me explicas.
-No Juan…no va haber después… yo no la cuento… mirá.
Un feo orificio sangrante en el costado no era un buen presagio.
-Juan, lo único… no te dejes agarrar, el hoyo es peor que el infierno. Y vos… mataste a un compañero. Los guardias te van a matar a palos, y los… los delincuentes no te van a aceptar...vos...no...no.
Willy quedo inmóvil. Exhalo por última vez, y se quedó quieto. Juan guardo la billetera en su bolsillo.
-Los perdimos. Pero acá nos separamos Juan.
"La garza" tomo una saca y se perdió entre las calles de tierra. Juan se quedó pensando unos instantes, y entró en acción. Abrió el baúl y revisó. Había un bolso y algo de ropa; el pantalón le iba. Willy era casi de su talla. Después se puso una camisa de jean bastante rota. Tomó el bolso y sacó de las sacas unos cuántos fajos, y los acomodó. Después sacó dos cargadores y los puso en el bolsillo del pantalón y la Glock a la cintura. Se echo el bolso al hombro y comenzó a caminar por ese barrio suburbano.
-¿Y ahora que carajo hago?... seguro que alguien nos debe haber visto-Pensaba Juan enfurecido-tengo que salir de acá ya. En cualquier momento cae la cana.
El barrio era residencial. Muy arbolado y con casas quintas con parque, sumamente tranquilo, como para un fin de semana. Pero no era el lugar más apto para esconderse de la policía.
A las pocas cuadras vio un portón abierto y un tipo cargando algo en una camioneta 4 x 4, de las japonesas. Aceleró el paso y sacó el arma.
-¡Dame las llaves o te cago a tiros!
-¡Yo no!...
Un bebé comenzó a llorar dentro del vehículo.
-¡Dame las llaves boludo!
Ahora apuntó con el arma dentro de la camioneta.
-¡No, por favor!
-¡Las llaves!
El tipo tiro un llavero sobre el asiento.
-¡Sacá el bebé!... y no intentes nada, porque los mato.
El tipo estaba blanco como un papel, temblando sacó al nene de la camioneta en su asiento desmontable.
-Si das aviso ya a la policía, yo voy a estar en problemas. Si yo estoy en problemas y me escapo. ¡Vos vas a estar en problemas!-Juan seguía hablando mientras lo apuntaba-Si me das un par de horas, te dejo la camioneta tirada en un estacionamiento, sin un rasguño. ¡Vos elegís!... dos horas.
-Está bien.
-¿Qué está bien?
-Es un trato, tus dos horas.
Juan salió con su nueva camioneta a la ruta, rumbo a su casa. Bueno, no exactamente su casa. Ya tenía un plan, y mientras tomaba el Camino del Buen Aire rumbo a Acceso Oeste, lo comenzó a aplicar. Buscó en la guantera y encontró un celular. Un golpe de suerte. Lo activó.
-¡Hola Pato!-Desde que se casaron que no la llamaba Pato-Escuchame.
-¡Hola! ¿Dónde estás?-La voz de Patricia sonaba peligrosamente histérica-En el noticiero pasaron todo. ¿Cómo está Willy?
La pregunta que tanto temía se la hizo enseguida. Titubeo un poco, pero contesto seguro:
-¡Bien!... ya debe estar llegando a Uruguay. Patricia mejor hablemos lo justo, no creo que interfirieran las llamadas, pero es peligroso hablar demás.
-¡Hubo un muerto!... ¿quién fue?
Tenía que inventar algo:
-Un tal "Fisu", un drogòn y cobarde hijo de puta-Juan se estaba descargando con el traidor-¡No hables! ¡Escuchá!... tenés que pedir un remise hasta el Shopping.
-¿Con que plata?... no tengo.
-Usa de la que te di… si no pedí. Cuándo salgas del Shopping vas a tener más de la que necesites, te lo aseguro
-Pero Juan-Trató de interrumpir Patricia.
-¡No hay tiempo!... venite al Shopping, que el auto estacione cerca de la puerta principal-Juan hablaba lento y conciso-Entra a comprar algunas cosas con el carrito. Yo voy a estar cerca de la góndola de los congelados. Cuándo me veas, no te acerques, no me hables. Como si yo no existiera.
-Juan… por favor.
-Seguí escuchando, yo voy a tirar una llave sobre la caja de los congelados. Vos la tomás y te vas para los locker. La llave tiene un número. En esa casilla va a haber un bolso, te lo llevás, lo pones en el carrito y te vas para el auto. El chofer te tiene que abrir el baúl. Una vez en casa, no hagas tonterías. Nada de ir al banco, nada de comprar pavadas… vas a estar vigilada. Esconde la plata bien. Mejor si es en casa… no te va a faltar nada.
-¿Cuánto?
-Veinte lucas gringas- Dijo Juan-dólares más, dólares menos.
-¿Y la nena?... ¿Qué hago con la nena?
-Traela, mejor.
-¿Y vos?
Juan hizo silencio.
-Juan. ¿Y vos?
-Después de un tiempo podemos volver con Willy. Por ahora nos vamos a Brasil. Después vemos, apurate.
-Claro, chau.
-Chau… besos.
Entró al estacionamiento del Shopping despacio. Buscó un sitio para detenerse. Era probable que el dueño de la camioneta no le hubiera hecho caso y lo denunciara por robo. Pero también era altamente probable que el tipo estuviera una hora asustado y desorientado. Estaba en el plazo.
Era extraño como Juan había comenzado a pensar como un delincuente. Y no le resultaba chocante el cambio. Se bajó del vehículo y entró en el vestíbulo del edificio. En la planta superior funcionaban las salas cinematográficas y una galería comercial. En el piso inferior seguía la galería, pero había un enorme supermercado y un patio de comidas. Se hizo servir un café y esperó tenso.
¿Le había parecido o el guardia de seguridad pasó a su lado dos veces en los últimos cinco minutos?
Con disimulo lo observo. El sujeto, bastante corpulento, siguió para el fondo del local. Claro que iba hablando por el handy. Se perdió. Pero al minuto otro custodio apareció en el salón. También tenía un handy.
Juan se levanto y fue hasta los lockers. Puso el bolso en uno, cerró y tomó la llave. Entró en el súper. Caminó sin prisa por los corredores; y otra vez el custodio grandote paso a su lado.
-¡Ahí está!-Pensó excitado.
Patricia llegaba empujando un carrito con la beba en brazos. Sonrió. Él hizo un imperceptible gesto de no con la cabeza, y frunció la cara. Entonces ella miró los productos del refrigerador con falso interés. ¡Santo Dios!... la beba le sonreía.
Juan quedó un instante suspendido en el tiempo mirando a su beba. Arrojó la llave y aceleró el paso. No miró más para atrás.
Salió del edificio del Shopping y se dirigió a la camioneta. Encendió el motor y esperó.
Patricia estaba luchando con el carrito y la beba que estaba llorando. ¿Tendría fiebre, hambre o simplemente lloraba porque él se había ido?
El chofer la ayudó a poner los bultos en el baúl. Y luego arrancó rumbo al portón de salida. Ya no faltaba nada.
Juan miró por el retrovisor. Los custodios hablaban por los handy al unísono y dos tipos de civil señalaban su camioneta. El auto con Pato ya estaba saliendo del parking. Aceleró un poco. Los del portón bajaron una barrera y se metieron en la garita. La camioneta rumbeo hacia la salida lentamente. Los tipos de civil echaron a correr mientras sacaban un par de pistolas de su ropa. Juan aceleró un poco más. Del lado de la garita salieron cuatro hombres con el uniforme negro de las Fuerzas Especiales.
-¡Alto! ¡Deténgase!
Juan escuchaba la voz convincente de Willy:
-No dejes que te agarren… el hoyo es peor que el infierno.
-¡Alto o disparo!
Ahora veía la carita de Noelia que sonreía. Reía… y reía.
Juan detuvo la marcha. Los policías se plantaron con sus armas enfrente. Los otros de civil venían por detrás.
-¡Vamos!... ¡Se terminó todo!... ¡Abajo y manos arriba!
Otra vez Willy: es como estar en una tumba. Pero vivo.
Juan tomó con deliberada lentitud el arma de la cintura. Y cerró los ojos. Y escucho los estampidos… los vidrios astillados… el dolor… la sonrisa de Noelia... la nada.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo mío... qué cuento. Se me viene a la mente aquel verso de Vallejo: "hay golpes en la vida, tan fuertes... yo no sé".
Un texto con aires bukowskianos; un aguafuerte a lo Roger Wolfe.
Saludos, abrazos.